miércoles, 5 de marzo de 2008

El que tenga oídos

No importan las razones (que acaso ruboricen) ni los resultados (que quizá confundan), importa la casualidad: hace un par de días, deambulando entre los inagotables videos del youtube, llegué a uno que muestra a Leopold Stokovski dirigiendo el Preludio a la siesta de un fauno; mientras se cargaba, leí algunos comentarios, pocos, no porque el video estuviera listo en segundos, sino porque el mensaje de uno de los usuarios distrajo mi atención. Las palabras son estas:

I'm not going to lie, I know nothing about music in any way, shape or form. But how do you get sexuality or eroticism from this? Are the notes supposed to be like words?
[No voy a mentir: nada sé de música, de ningún estilo ni figura ni forma. Pero, ¿de dónde sacan la sexualidad o el erotismo de esto? ¿Se supone que las notas son como palabras?]

Ignoro la emoción que inquieta a xXGxOxDXx. Optimista, pienso que esa persona se asombra o se conmueve después de la audición de la pieza y, novato pero no insensible, no atina a dar a su estupor el mismo nombre que otros ya han impuesto. Menos benevolente con el desconocido, aventuro que xXGxOxDXx escucha la pieza y, novato, se afana por encontrar para sí lo mismo que otros ya han encontrado, y fracasa. Una tercera suposición: esa persona escucha a Debussy y nada pasa en ella; la transformación que, según es creencia, suscita el arte en el sujeto, nunca sobreviene, pero, inconforme, manifiesta su desacuerdo con el parecer de los otros. Como quiera, el cierre es irónico: aun sabiéndose sorda, él (o ella) pregunta adónde debe dirigirse, Are the notes supposed to be like words?

Si le imputo la sordera, no lo hago por escarnio. Lo hago porque creo adivinar en su confusión el procedimiento del impedido: sostenerse de lo más cercano. Como cualquiera de nosotros, todos tullidos: frente a una autoclave habrá quien recuerde una olla exprés o, como quería Monterroso, al probar la carne de rana más de uno dirá que sabe a pollo. xXGxOxDXx no entiende la música y piensa en las palabras. Piensa, sobre todo, en las palabras que ya otros dijeron: sexualidad y erotismo, ambas, en cierta medida, sumamente asibles en razón de su vínculo irrompible con el cuerpo, vínculo que, con frecuencia, sofoca otras formas de la sexualidad y el erotismo. Si persisto en la especulación, diré que este puede ser el caso de xXGxOxDXx: para ella (o él) la única vía que conduce a esos significados pasa por el cuerpo.

Sin embargo, la pregunta tampoco es tan pueril: ¿por qué un sonido es capaz de remitir a algún significado? ¿Por qué, para algunos, el Preludio a la siesta de un fauno algo tiene de sexualidad y erotismo? El asunto es sencillo si se trata de palabras, de significados cuya factura social es manifiesta y que, por esta misma condición, permite la aprehensión irrepetible por parte del sujeto, el “diccionario personal” de los lacanianos basta para explicar la cuestión: a través de un método casi siempre indescifrable, el sujeto enlaza un significado con otro y a éste con otro más y la serie, al parecer, no termina. Por supuesto, en el marco de la terapia psicoanalítica, sólo importan un puñado de significaciones, importaría, por ejemplo, con qué relacionaba el presidente Schreber el significado de voluptuosidad o Aimée el de artista. Incluso con significantes en apariencia abstractos (Dios o esperanza o todas las ficciones que armamos y montamos a diario en esa gran maqueta que llamamos realidad), el asunto sigue siendo sencillo: por más que nadie conozca a Dios, extrañamente todos sabemos a quién se refiere esa palabra. Pero es sencillo por una razón más simple: esos significados, aun los impalpables, no escapan de la cadena y, con un poco de esfuerzo y mucha fe en la teoría, todavía es posible saber cuál es el eslabón que los precede.

Entonces, ¿qué pasa con la música? ¿Por qué, incluso si I know nothing, una tonada nos conmueve o, dicho no sin rubor, nos transforma? ¿Cuál es el camino que lleva del Preludio a la siesta de un fauno (o Amor de cabaret o Disco 2000) a alguno de los sepultados significados personales? ¿Será que, en su insufrible abstracción, la experiencia musical es la más real (es decir, indecible) de todas las experiencias que puede suscitar el arte?


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