viernes, 12 de diciembre de 2008

Tres imágenes para un hidalgo

I

El hidalgo, sosteniendo una espada con la mano derecha y un libro con la izquierda, lee. Lo rodea una legión que intenta representar, de entrada, sus lecturas. Puede pensarse: caballeros, heraldos, doncellas y raptores, todos han surgido de algún libro, quizá del que lee en ese momento o quizá de los que están apilados cerca de la ventana o arrojados descuidadamente sobre el suelo. Y esta percepción inmediata en parte acierta. Pero esa mujer, abajo, la que se sirve del Amadís como reclinatorio, introduce con su postura suplicante una sutil variación de la idea: por el ángulo de su rostro parece dirigir sus ruegos de libertad al lector y no al caballero de un relato. Entonces puede decirse: algunas figuras no son recuerdos de una lectura, sino elaboraciones del hidalgo. Acaso esa doncella y los tres caballeros que parecen asaltar el trono del hidalgo y la sierpe que se arrastra en las sombras de su asiento, están ahí para mostrar que el cerco está por cerrarse, que el hidalgo, al instante siguiente, sucumbirá.


Un grabado famoso y, tal vez por esa razón, aceptado sin objeciones como ilustración fiel del primer capítulo del Quijote. Fama debida sin duda a la creencia de que toda esa multitud de figuras de verdad ha surgido de la mente de quien lee, que la multitud en realidad es para él compañía.

2 comentarios:

Xavier dijo...

Juan Burgués:

Tu lectura/escritura me hizo regresar a la lectura de Foucault de "Las Palabras y las Cosas" quien empieza en el capitulo III: Representar hablando del Quijote (Este texto, me imagino, lo habrán comentado o leído con Quesada, si no, pues mejor).

En fin, nomás te comento, (lee esta parte )que el problema del Quijote, en FOucault, se revela como el problema renacentista del signo y de las apariencias, es decir el problema del lenguaje. Te cito algo:

Don Quijote es la primera de las obras modernas, ya que se ve en ella la razón cruel de las identidades y de las diferencias juguetear al infinito con los signos y las similitudes; porque en ella el lenguaje rompe su viejo parentesco con las cosas para penetrar en soberanía solitaria de la que ya no saldrá, en su ser abrupto, sino convertido en literatura; porque la semejanza entra allí en una época que es para ella la de la sinrazón y de la imaginación.

Yo dix it. Saludos,

Juan Pablo dijo...

Bueno, con respecto a este par de párrafos, lo de Foucault está fuera de los círculos del mundo.

¿Cómo leer para leer eso?