domingo, 7 de junio de 2009

Qué lástima. Murió Alejandro Rossi.

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La lectura bárbara

Leer mal un texto es la cosa más fácil del mundo; la condición indispensable es no ser analfabeto. Una vez superada esa etapa, más cívica que intelectual, las posibilidades que se ofrecen para desmantelar, tergiversar e interpretar erróneamente una frase , una página, un ensayo o un libro son, no diré infinitas, pero sí numerosísimas. No pretendo ni agotarlas ni clasificarlas, tareas destinadas a eruditos pacíficos o a hombres seguramente geniales. Me conformo con enumerar algunas variedades exponiéndolas no por su rareza sino por su recurrencia. Nada de cisnes negros o tréboles extraños; más bien perros callejeros que trotan en grupo.

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(el resto, en el Manual del distraído)

2 comentarios:

Xavier dijo...

Jajja, igual no es nada importante (Qué de la literatura lo es?) Pero Alejandro Rossi es uno de esos autores que mi animadversión con la gente ha echado a perder. Te cuento nomás que mi "jefa" del fondo lo alucinaba y me insistía con leerlo; suficiente para no poder leerlo nuncna más. Al igual que Benedetti, cuando Calderón confesó que era su "autor" favorito.

Juan Pablo dijo...

jaja, ¿qué te puedo decir? Yo también te diría "debes leerlo", pero ya no creo mucho en eso, ya no creo que exista un autor que pueda considerarse un deber leerlo.

Estaba pensando que, quien recomienda una lectura, a veces lo hace creyendo que su experiencia se repetirá exactamente en el otro. Lo cual es un poco egoísta y muy, muy ilusorio. Quizá hasta algo tiene de histérico.

En fin, si te lo encuentras, bien. Si no, puedes pasar por este mundo sin leerlo. Lo único que quizá pierdas sean unos cuantos minutos del placer que también se encuentra en otros lugares.